La llamada “Casa Baroja” fue habitada por la familia de este nombre, que desapareció hace unos años. Esta casona, emplazada frente a la ermita de San Blas, es quizás la vivienda más antigua del caserío cornagués.
El edificio consta de tres plantas. La planta baja es de mampostería con portada de ladrillo de medio punto. La segunda y la tercera –ático- son de ladrillo. El ático está formado por arquillos, a modo de construcción aragonesa. Construida hacia el siglo XVI, es semejante, del mismo estilo de los palacetes de esta época de Aragón, tan frecuentes en dicha Región y que se edificaron durante el Renacimiento, estilo que llegó a la Rioja Baja y que también vemos en Igea y Corella. Estos arquillos o altillos son frecuentes en Aragón.
Con la llegada a este sector del caserío cornagués llegamos también al Cerrillo, una zona donde se encuentra la ermita de San Gil –San Blas y el barrio judío. No es conocido el año de la llegada de los hebreos a la Villa de Cornago. Sabemos que gozaron de esplendor en la misma durante los siglos XV y XVI y que su actividad principal fue el comercio de lanas. También cultivaron las tierras. Tuvieron problemas de convivencia con los naturales del pueblo.
El 11 de Febrero de 1487, los Reyes se hacen eco de una denuncia en la que los judíos “temen y recelan del odio, enemistad y malquerencia que tienen los labradores vecinos y moradores de dicha Villa de Cornago hacia ellos…”. Los Monarcas ayudaron a los judíos de la aljama de esta población, prometiéndoles “ amparo y defendimiento real”.
Enrique Cantera Montenegro dice que, a finales del siglo XV, la aljama de Cornago estaba formada por cuarenta o cincuenta familias. Como quiera que el censo de población de la Villa era entonces de unos cuatrocientos vecinos, los judíos eran el diez o doce por ciento de la población cornaguesa.