Hay una antigua tradición que asegura la erección de varias iglesias en la Villa, tras la expulsión de los árabes, Cornago fue liberada hacia el siglo IX. Una de esas iglesias sería la ermita de San Gil que posteriormente fue San Blas. Se ha venido afirmando que su construcción es del siglo XII. Las circunstancias históricas de esta localidad, en este interesante momento histórico, nos llevan a pensar que San Gil tuvo su origen entre los siglos X y XI. Construida dentro del caserío, no hay duda de que estamos ante la ermita más antigua de Cornago. En este mismo caserío, habrían de surgir siglos más tarde las del Cristo del Humilladero, Santa Catalina y la Piedad.
El edificio de San Gil y San Blas fue construido en la zona más alta y antigua del poblado, en el ya nombrado “Cerrillo”, justamente al lado del “Barrio Judío”, un barrio que tuvo vida propia durante siglos. Consta de una nave y un prebisterio que proviene de una anteábside y que termina en un ábside semicircular de igual anchura. Se cubre la bóveda de horno, prolongándose en otra de cañón. Ello constituye la cabecera. El arco triunfal está formado por una especie de moldura de gran sencillez.
Los canecillos son de piedra toba. Estos adornos están labrados y representan caras, estrellas, rollos, etc. Constituyen el único elemento decorativo de la ermita. Su hechura es un tanto ruda. La longitud de la nave mide unos dieciséis metros y consta de tres tramos. Esta nave era reconstruida en el silo XVIII. Lamentamos que la techumbre esté cubierta de yeso, impidiendo poder observar los vestigios de la primitiva construcción. Tenemos la impresión de que falta alguno de los elementos primitivos. El arco de la entrada al templo es de medio punto y consta de dos arquivoltas. Este acceso a la ermita está situado enfrente del segundo tramo.
El coro alto fue construido al fondo de la nave. También la sacristía aparece con cielo raso. Ya, en el exterior una espadaña de un vano, construida con ladrillo y rematada con dos pináculos. Posiblemente corresponde también al siglo XVIII. El retablo es romanista con pilastras y tablas pintadas que representan a San Bartolomé, San Gil, San Pedro, San Pablo y en el ático la figura del Padre Eterno. El centro lo preside la imagen de San Gil. El retablo es obra de Pedro de la Puebla en el año 1577. La restauración del retablo se llevó a cabo el año 2003 y, desde entonces, la imagen de San Blas de 1870 está colocada al fondo de la nave.
La solidez de este templo pequeño en un dato a su favor. Tras más de ocho siglos de existencia, desafía todavía al futuro con su construcción pétrea de más siglos de vida. Obsérvese que el edificio no tiene contrafuertes. ¡Es que no los necesita!.
Autor fotografías:Rafael López Monné