Eran señores de la villa de Cornago en el tiempo en que se fundó el convento de Nuestra Señora de Gracia de Campolapuente D. Juan de Luna y su esposa y prima hermana Dª María de Luna. Tenían los monjes cistercienses del Monasterio de Santa María de Fitero, en Cornago, una granja y en ella una pequeña iglesia dedicada a la Virgen, con la advocación de Nuestra Señora de Campolapuente. Los señores de Cornago tenían propiedades junto a esta de los monjes de Fitero, y en aquel lugar ameno y retirado de la villa pensaron edificar un convento de franciscanos. El padre Domingo Hernáez, hace una descripción del lugar, en su tiempo y que es la descripción exacta del lugar en nuestros días, "hay en la bajada de la villa y pasando el río un sitio tan ameno y delicioso cuanto el mejor gusto puede desear, es un vallecito que circundado de copudos olivos le hacen paraje del mayor recreo y hallándose también rodeado de frondosas arboledas y muy lleno de diversos y variados árboles fructíferos de todas maneras que le hacen agradable por su hermosura y variedad “.
Los señores de Cornago propusieron a los monjes de Fitero la compra de la granja con su iglesia y heredades y éstos no pusieron inconveniente , ajustando la compra en 300 florines de oro. Se hizo la escritura, aunque el precio no fue entregado por completo entonces, no obstante los señores considerándolo ya por suyo aquel lugar, dieron los pasos convenientes para que la fundación se hiciese. A pesar de haber obtenido la bula, la fundación no se llevó a cabo hasta el año 1458, debido a que la deuda con los Monjes de Fitero no estaba aún saldada; mas los fundadores lograron que los frailes entraran en el convento con ciertas condiciones.
Los religiosos acabaron de pagar la deuda destinando a ello las limosnas que recibían; no pudiendo ayudar Dª María de Luna como ella hubiera querido por las razones que pueden verse en el apartado anterior, con las limosnas que pudiesen recoger los religiosos no era de esperar que la fábrica del convento fuese de mucho valor.
El Padre Manuel de Garay dice que los fundadores fabricaron la iglesia, y añade que por las memorias antiguas no consta qué parte del convento construyeron.
En cuanto a la iglesia, propiamente no la fabricaron, levantando el edificio de planta, sino que sobre la que había elevaron los muros y más adelante se añadió la parte de la capilla mayor.
Quedaron los fundadores como Patronos del Convento, mas en 1466, D ª María de Luna, después de la muerte de su esposo, cedió todo su derecho al síndico del Convento, correspondiendo así a la ayuda prestada por los religiosos en la satisfacción de la deuda contraída con los Monjes del Monasterio de Fitero, deuda que por este tiempo estaba completamente saldada.
Los sucesores de los fundadores siguieron ayudando y favoreciendo al convento y el Patronato de la Capilla Mayor se concedió más tarde a D. Alvaro de Luna y a su esposa D ª María de Curiel, por escritura otorgada con poder que para ello se dio por la Provincia. Lo que en su crónica dice el padre Hernáez sobre las razones que se tuvieron en cuenta para la concesión del Patronato de la capilla mayor es que una de ellas sería la de estar enterrados en dicha capilla mayor, el padre de Dª María de Luna y otros ascendientes. Del padre de Don Alvaro de Luna sabemos que fue enterrado en la iglesia de San Francisco de Cornago.
Los señores de Cornago siguieron con el Patronato de la capilla mayor, hasta el mismo año de la exclaustración definitiva de los religiosos en 1835. Por razón de tal Patronato y fundación de Aniversarios, entregaban al Convento anualmente 20 fanegas de trigo, 176 reales y 16 mrs. Se Sabe que la comunidad Franciscana a cambio de lo recibido de los Patronos, tenía por obligación cantar al año ocho misas, en las festividades de la Virgen: Purificación, Desposorios, Dolores, Visitación, N. Sra de las Nieves, Asunción, Presentación y Expectación. Además el día de Todos los Fieles Difuntos, se cantaba un Nocturno del Oficio y Misa solemne con su responso, después del cual la Comunidad rezaba otro en las puertas del Convento por las almas de los Señores Patronos y familiares difuntos.
Primeramente figuró en las escrituras con el titular de Nuestra Sra. de Campolapuente, pero no tardó en aparecer con el de Ntra. Sra. de Gracia de Campolapuente. El primer título se debe a la imagen que con dicho nombre se venera en la capilla de la granja de los monjes del Cister, de Fitero; esta imagen, como dice el P.Hernáez, era antigua, pero agraciada y milagrosísima. El cambio del nombre se debe, según el mismo cronista, a que en el altar mayor hay otra imagen de la Virgen con el título de Ntra. Sra. de Gracia, la cual dicen que la dieron los señores de la Villa expresando su deseo de que se colocase en la capilla mayor, de laque ellos eran Patronos. Los religiosos accedieron a sus deseos y a esta colocación siguió el nuevo nombre que se dio al Convento de Ntra. Sra. de Gracia de Campolapuente.
En épocas de sequía, la imagen de Ntra. Sra. de Campolapuente era trasladada del Convento a la iglesia parroquial del pueblo, para que con mayor comodidad pudiesen acudir los fieles a impetrar sus favores.
Había un día señalado para celebrar fiesta en su honor, que era el segundo de la Pascua de Pentecostés, en el cual el pueblo acudía en procesión al Convento, y por parte del Concejo se repartía pan y vino a los pobres y huérfanos; la Alhóndiga fundada en Cornago, contribuía también a esa obra de caridad, entregando a los Regidores tres fanegas de trigo, para que ellos las hiciesen pan, en el caso de que las fanegas de la piadosa institución pasasen de 200.
Al desaparecer los religiosos franciscanos del convento, debido a la exclaustración y quedar su iglesia sin culto y con el tiempo en mal estado, las imágenes de Ntra, Sra. de Gracia y Ntra. Sra. de Campolapuente, fueron trasladadas a la iglesia parroquial y colocadas en la Capilla de la Soledad, una a cada lado de la imagen principal, delante de los relieves de la Resurrección y de la Ascensión, que adornan el retablo.
La iglesia o ermita primitiva que perteneció a los monjes de Fitero, de planta rectangular, no medía más de 12m. de largo, por unos 6m. de ancho y debió estar cubierta de bóveda de cañón seguido, que arrancaba directamente de los muros, a una altura de unos cinco metros. Toda la obra era de mampostería. Esta iglesia sin duda oscura, baja y de tan pequeñas dimensiones, no era apropiada para una comunidad de religiosos, por lo que una vez comprada por los fundadores, a los monjes de Fitero, se trató de modificarla y ampliarla. Se destruyó la bóveda de la primitiva, se levantaron muros a doble altura, se prolongó en un tramo de una anchura ligeramente mayor que el resto de la iglesia y en el muro de la izquierda se adosó una pequeña capilla. La iluminación se hacía por ventanas de arco apuntado, situadas en la parte alta del muro de mediodía.
En ella, se enterraron algunos de los señores y familiares suyos. El P. Hernáez asegura que en dicho lugar están enterados los fundadores, don Juan y doña María de Luna y sus sucesores en el señorío de Cornago; añade además que en el mismo lugar descansan los huesos de Excmo. D. Alvaro de Luna, juntamente con su esposa doña María Curiel. Otros señores y familiares de la noble familia Luna estarán descansando en aquel lugar.
Establecidos los hijos de San Francisco en Cornago, comenzaron a ejercer su influencia espiritual en los cornagueses y pueblos vecinos, con sus predicaciones y con sus ejemplos; no tardó en propagarse el espíritu del Pobrecillo de Asís y comenzó a florecer la Venerable Orden Tercera Franciscana en la que ingresaron muchas piadosas personas de Cornago y de pueblos comarcanos. No solamente eran deudores los cornagueses a los franciscanos en el orden espiritual; a sus puertas acudían también los campesinos a la hora de comer y eran atendidos con lo que se evitaban los molestos viajes a sus casas a la hora del mediodía; en sus huertas y con sus ganados encontraban